Gertrude Stein, ante un auditorio en la Universidad de Chicago, decía: “Yo se que en la vida diaria no andamos por allí diciendo ‘una rosa es una rosa es una rosa es una rosa’, pienso que en esa línea la rosa es roja por primera vez en la poesía inglesa de es­tos últimos cien años."
A Stein le gustaba todo lo que una palabra pudiera hacer, pero no tenía interés en pa­labras extranjeras ni prefabricadas. El lenguaje debería estar en movimiento, “no en relación con nada, no en relación con sí mismo sino sólo en movimiento.” Al usar una palabra, no buscaba hacer que implicara demasiadas asociaciones. En lo posible, bus­caba hacerla exacta como las matemáticas; “por ejemplo, si uno y uno hacen dos, yo quería que las palabras tuvieran igual exactitud”.