¿APARTAN A ZIN DEL MINISTERIO DE SALUD?


por Santiago Meilán




Más allá de la discusión respecto de la idoneidad que un mediático puede aportar a un cargo administrativo, los medios han librado en estos días una batalla, tal vez la batalla final de los Kírchner, contra un sistema que ya está en franco declive. La hegemonía es como el gremio intelectual de la clase dominante, escribía Gramsci en su celda, y hoy más que nunca la clase dominante se ve atravesada por un poder irrefutable ejercido por los grandes propietarios de medios y tecnología.

Un escándalo que para un amplio sector de la población era moneda corriente sirve hoy para entender el funcionamiento del poder y sus alternativas. En este, donde se encuentran involucrados gremialistas como Juan José Zanola, funcionarios como Néstor Lorenzo, que lejos de representar hace tiempo el cuco de los trabajadores de la salud y funcionarios y adherentes a su sistema mafioso, compulsados diría, ha dejado en evidencia la cuestión superficial del rol de funcionario en sí, es decir, ya no los juzgan por portación de cargo. Hoy, en tiempos del anonimato de los recursos y las fuentes de dinero, silencio compartido por los medios, es difícil que una papa caliente como es el nombramiento ante una cartera ministerial sea algo tan opaco que permita la reproducción de un modelo corrupto. Al menos se espera que el nuevo funcionario esté lo suficientemente apercibido de las debilidades de su rol. Zin parecía desconocerlas y estos días se resolverá en que medida lo está Abel Posse, al frente del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado se jode con la vida, por el otro, con la juventud.

La transparencia debería agradecerse en parte a los medios, en parte también a las organizaciones independientes que golpean sin cesar las puertas y amontonan pedidos justos en las mesas de entrada de los edificios estatales y privados, además de la gama de individuos que saltean la agenda de unos, y los intereses concretos de las otras, y promueven sin saberlo cambios significativos en la estructura orgánica de una institución. La cuestión de los alajamientos en cuestión, o viceversa los nuevos nombramientos, da igual, es establecer, sin contar las buenas intenciones, en que medida es significativo que la aceptación o renuncia de un cargo público, por parte de un hombre de los medios, o de la "cultura", como Abel Posse sirven a los medios para dar a ver la dinámica de lo que se resiste a la plana periódica.

Los medios no son el poder, los medios son la piedra que molesta en el zapato del poder, y la forma en que los medios se intentan librar de las consecuencias de sus desaciertos generan la confusión que caracteriza las decisiones de todo jefe. Hoy los medios bastardean como nunca el rol de las instituciones, todo es cercano todo es asequible en razón del argumento de la transparencia, y en lugar de dejar ese aspecto de la vida ciudadana en manos de observadores más imparciales como lo son los artistas, acaparan más y más lo ámbitos donde los artistas deben dedicarse a su tarea crítica, con su lógica particular del silenciamiento programado

Hacer del periodismo un arte es una amenaza contra el buen gusto. Pergeña tramas paranoicas y las devuelve en comentarios afectados de la sección espectáculos; inocentes, inofensivos, cubriéndolos de banners publicitarios, rociándolos con el alcohol de lo que fue siempre la primera traición al arte más que un ágape, ocultándolos detrás de premios estériles, se calla el mensaje revulsivo del artista. Dejando intacta la pregunta acerca de la farandulización de la política que los medios crean como razón categórica de su existencia.

Teofrasto decía que el tonto se caracteriza por preguntar a la piedra de dónde proviene, Miguel Angel casi dos mil años después destruía su Moisés con las mismas intenciones. Cabe la pregunta superadora que todo publicista debería formularse a fin de hacer verdadero periodismo, ¿cuál es el motivo de extenuar y fatigar el bronce?



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