¿Cómo es posible que en teatro; al menos el teatro tal como lo conocemos en Europa, o aun en Occidente, todo aquello que es específicamente teatral, todo lo que no obedece únicamente a la expresión verbal, de palabras, o mejor aún aquello que no está incluido en el diálogo (y el diálogo entendido también en función de su aptitud sonora sobre escena, y las exigencias de esta sonorización) sean relegadas a un segundo plano?




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