TRES VERSIONES DEL “...decile que no estoy”

Es muy común que alguien prefiera no hacerse presente en momentos en que los nervios, el contexto o la algarabía no son propicios a alguien que no quiera some­terse al mismo rigor de sus responsabilidades, muchas veces ayuda, pero las más, logran marcar cierta forma, stillus, de hacer.


por Ezequiel Brantano

I

La primera impresión que arroja el ingreso de Martín Lousteau a la cartera de Econo­mía no contradice las expectativas que habían marcado desde estas páginas dicha candi­datura, que marcamos en otras circunstancias allá por mayo del 2007, cuando junto con su alma mater, González Fraga, lanzaban juntos Sin atajos (Grupo Unidos del Sur, 2005), verdadera declaración de principios en cuanto a las direcciones económicas que la Argentina debía tomar posteriormente a la salida del jefe de Ecolatina, Roberto La­vagna.

Era de esperar que, por un lado, los cuadros académicos, con cierta experiencia en la función pública (Bancos Ciudad, Nación y Banco Central) se vean menos visitados cuando alcanzan cierta posición en el manejo burocrático de las políticas económicas. Es verdaderamente maravilloso (¡!) cuando un cuadro administrativo cuenta con profe­sionales letrados en su cartera a un valor mucho más ajustado, distinto de lo que un par­ticular debería significarle contratar un letrado para llevar sus problemas particulares.

En estos días ha llegado la respuesta que obtuvo la cartera de Martín Lousteau a las reiteradas llamadas que ha recibido el despacho del anterior presidente del Banco Río, hoy propiedad de un holding, Enrique Cristofani. A él van siendo dirigidas las deman­das en respuesta al vacío de información respecto de las causas por el corralito. Es de esperar que Cristofani responda por estos días a la insinuación que le envía el hoy en­golado Martín Lousteau.

II

Por más maravilloso, me reitero, que pueda significar disponer de un letrado que agi­lice las cuestiones de amparos que, en última instancia, resolverá la justicia soberana, existe una segunda forma de borrarse del mapa. La conocimos en el actual formato (en decadencia) en los tiempos de Menem, y es el mensaje corporativo.

A nuestro medio llega con el típico acento de pauta publicitaria, pero a diario quien mejor reproduce ese efecto comunicativo son los operadores de bolsa. Un monótono registro de voz y neutro en cuanto al aspecto lingüístico, no hace más que reproducir la maniera en que nuestros explotadores (término demodé pero operativo) nos expropian. Es ese el tono de voz que usa el primer atorrante que atiende el teléfono en las refinerías de la Shell ubicadas en el Dock, partido de Avellaneda.

Lejos de haber cortado el flujo de derivados del petróleo al exterior, dichas compa­ñías, junto con la Exxon, siguen distribuyendo el tan preciado oro negro hacia destinos foráneos.

Ante el más mínimo pedido de explicaciones, allí viene el tan afamado non parlo di que el verano pasada hiciera furor en las playas bonaerenses.

III

El estilo transnacional. Luego del “¿por qué no te callas?” monárquico, sobre el presi­dente venezolano Chávez, se dejó ver cierta vía libre a las pasteras ENCE y BOTNIA. La primera de ellas será erigida entre las localidades de Colonia y Carmelo, y la se­gunda ya operando en Fray Bentos.

La dinámica de los poderosos, los únicos que se arroban el poder decir ‘no estoy’, hoy quiere que se haya invertido el mecanismo que antes era virtud de los desposeídos (de medio ambiente, de poder, de dignidad). Si antes los pasos fronterizos eran cortados por los asambleístas de las ciudades de Gualeguaychú, Colón y en menor medida, Concor­dia, hoy el flujo de tránsito entre ambos países se ha transformado en una negociación, en la cual Uruguay (Gargano) sólo actúa de mediador y ejecutante de las disposiciones de La Haya y Botnia.

Hoy los pasos fronterizos de Fray Bentos y Colón están siendo intervenidos por las autoridades uruguayas enfavor de vaya a saber que invento por parte de las partes inte­resadas en que allí se produzca pasta de celulosa.

En fin, tres formas de decir ‘no me busquen’, y salir.

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